El precio de los alimentos no para y empuja la inflación. El Gobierno analiza una suba de retenciones y se debate sobre si seguir subiendo el dólar o frenarlo.
Aunque en el presupuesto hayan incluido una inflación para este año del 29 por ciento, el equipo económico piensa que marcha hacia un registro del 40 por ciento.
Los consultores cercanos a la administración albertista apuntan a un 44 y los neoliberales a un 50 por ciento.
Todos se basan en la dinámica de precios del último trimestre de 2020. Pero el Gobierno tiene herramientas para frenarla.
La baja del índice de inflación de 2020 respecto a 2019 estuvo marcada por la pandemia y las decisiones del gobierno para cuidar a la población:
■ Fuerte caída del consumo, resultado del confinamiento.
■ Precios máximos.
■ Tarifas de servicios públicos congeladas.
■ Alquileres congelados.
■ El precio internacional de los commoditties fue bajo hasta el tercer trimestre.
La inflación del 36 por ciento en esas condiciones fue alta, con fuerte influencia de la mega devaluación de Macri Blanco Villegas al final de su mandato y la inercia de la inflación del 56 por ciento de 2019.
En 2021 las condiciones cambiaron y todo tira los números para arriba:
• La suba del consumo de muchos productos que casi no se vendieron en 2020, fruto del fin del confinamiento.
• Se van desarmando los precios máximos, que sólo habían subido un 23 por ciento el año pasado.
• Esos precios van a subir aún más que lo habitual por el rezago acumulado.
• La suba constante del dólar que impulsa el Banco Central.
• La suba del precio de los comodities.
• El descongelamiento de tarifas.
• El descongelamiento de alquileres.
Todo empuja la inflación hacia arriba, principalmente la de los alimentos. En el gobierno debaten medidas al respecto. Empieza a crecer la idea de que hay que subir las retenciones del trigo y el maíz del 12 al 15 por ciento. Y se discute comenzar a mover el precio del dólar por debajo de la inflación. Incluso frenarlo pasado mitad de año. Esos reclamos ya llegaron a la oficina del titular del Banco Central, Miguel Pesce, de parte de los ministros que trabajan para impulsar la suba del nivel de actividad.
Martín Guzmán es el más renuente a los cambios: está convencido de que el país necesita reglas claras y duraderas. El tema es si la pandemia y la fuerte suba del precio de los comodities configuran un escenario que invite a conducirse con canones normales.
Si los commoditties siguen subiendo durante el año la suba del 3 por ciento en las retenciones no será suficiente. Para elevarlas más el Gobierno debe pasar por el Congreso. El miedo a otra 125 juega y no es infundado.
Hay varias razones que invitan a pensar en un camino ascendente del precio de los granos en Chicago:
► La bajísima tasa de interés que baja el precio del dólar y sube el de los comodities.
► Problemas climáticos en los principales países productores
► Las fuertes compras de China, inusuales incluso. Muchos piensan que se preparan para un periodo de pandemias prolongado.
Otro tema que influirá en la inflación anual será la suba de las tarifas. El gobierno tiene un informe que considera razonable eliminar todo tipo de subsidios al 15 por ciento más rico del país. Subirle al ritmo de la inflación a un 35 por ciento de la población y dejar como está a la mitad de los argentinos. El reclamo de Cristina en La Plata cambió los planes y ahora se habla de una suba de solo un 7 por ciento. La verdad es que hoy la mitad de la población gasta más en TV por cable, Internet y celular que en gas y electricidad. Una de las dos cosas debe estar mal.
Quienes piden cambios señalan que con una suba de la retenciones, aflojando con el dólar y con una suba de tarifas leve la inflación puede acercarse al 36 por ciento de 2020 y al menos empatar con los salarios. Así, con la suba del empleo, la masa salarial crecería e impulsaría un mayor consumo, iniciando un ciclo económico positivo.
La inflación núcleo de enero -sin contabilizar los precios regulados- fue del 4,9 por ciento: un ritmo insostenible en los social y los político.
Según un estudio de la consultora LCG, “en la primera semana de enero la suba de precios de los alimentos promedió 1,2%, acelerándose 0,8 puntos porcentuales respecto a la semana anterior. El índice de alimentos y bebidas presentó una inflación mensual promedio de 4,5% en las últimas 4 semanas y 5,5% medida punta a punta (primera semana de enero contra primera semana de diciembre). Estos niveles de precios dejan un arrastre para el resto de enero de 3 por ciento”.
En la primera quincena de enero la industria creció a un ritmo de dos dígitos respecto al mismo periodo de 2020 y la construcción vuela. Habla bien de los dos ministros de sendas áreas: Matías Kulfas y Gabriel Katopodis, y revela una vez más cuán malo era el régimen macrifascista.
Sostener ese crecimiento será difícil. Alta inflación, restricciones cambiarias severas, brecha cambiaria y las exigencias que sume el FMI. El 70 por ciento del PBI nacional es consumo. Si la inflación este año es del 40 por ciento que prevén puertas adentro en el equipo económico va a ser complicado.
Entre las decisiones a tomar la más difícil es la de la suba de retenciones. Si es posible mayor al 3 por ciento. Con esa medida frenaría el precio de los alimentos y subiría la recaudación. Así también ayudaría a cerrar con el FMI y sumar fondos frescos que disminuyan la brecha.
El Gobierno se debate entre la posibilidad de un lockaut con cortes de rutas extendido o la de ir a elecciones enfrentando la decepción y el enojo de una población exhausta tras 4 años de macrifascismo y uno de pandemia inédita.
Como lo muestra la experiencia reciente, cualquier decisión que se tome es mejor tomarla rápido. Llegar tarde siempre genera mayor daño.
Fuente: nota de Roberto Navarro para El Destape web
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