La industria del cannabis medicinal y cáñamo industrial es “un sector con excelentes oportunidades de desarrollo para la Argentina”, valoró el ministro de Desarrollo Productivo, que ponderó la sanción de la que regula la cadena de producción, industrialización y comercialización de la planta y sus productos derivados.
Funcionarios, investigadores, empresarios y activistas coincidieron ayer que la industria del cannabis de uso medicinal y del cáñamo industrial representa "excelentes oportunidades" para Argentina, en el marco del "Primer Congreso Internacional Cannabis y Desarrollo Productivo" organizado por la cartera encabezada Matías Kulfas.
En el discurso inaugural, el ministro de Desarrollo Productivo aseguró que se trata de un sector con "excelentes oportunidades de desarrollo para la Argentina", un país que "tiene mucho para aportar" a partir de la ley que espera sanción definitiva del Congreso.
Pronosticó que con la aprobación del marco legal que ya tiene media sanción de Senadores, se abrirá "un sector nuevo" que permitirá crear "10 mil puestos de trabajo o más" en un país que "tiene mucho para aportar" para el desarrollo de esta industria.
"Argentina tiene un sector agropecuario con trayectoria y experiencia para desarrollar este cultivo, pero además posee experiencia en materia de investigación y desarrollo para generar las variedades en la genética y las mejoras de semillas que sean necesarias", dijo.
Por otro lado, se trata de "una actividad que genera gran cantidad de eslabonamientos, tanto hacia atrás como hacia adelante" de la cadena productiva, "lo que implica que haya más de 200 productos o subproductos vinculados al cultivo del cannabis". Además, destacó la existencia de redes de investigación, "iniciativas provinciales y municipales" así como emprendimientos privados exitosos.
"Hoy tenemos un marco muy restrictivo que ha permitido algún avance en investigación y desarrollo. Lo que aspiramos con esta nueva ley, que legaliza la producción, es que ya pueda escalar", agregó. En ese sentido, destacó el "desafío hermoso" que implica "pensar una industria nueva, desde cero".
"Nos la imaginamos con mucha presencia de cooperativas, de pymes, de investigación aplicada y que pueda desde el comienzo plantear un producto de calidad y sea una marca país en ese sentido", añadió.
A su turno el director del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de Buenos Aires (IIEP) de la UBA y el Conicet, Andrés López destacó que esta industria de reciente creación ya generó "más de 320 mil empleos en Estados Unidos" y "la inversión extranjera directa superó en 2020 los 1.800 millones de dólares en industrias vinculadas al cannabis".
"Es un sector con perspectivas de crecimiento por las olas de legalizaciones que se producen en todo el mundo desde hace varios años y por el auge de investigaciones clínicas en torno al cannabis que permiten augurar aplicaciones aprobadas de los organismos de salud. Y, eventualmente, a futuro es esperable la progresiva legalización del uso recreacional o adulto, siguiendo los pasos de Canadá, algunos estados de Estados Unidos y Uruguay", dijo. Por otro lado, es una industria "donde las barreras de entrada no son muy elevadas, salvo para los medicamentos".
En cuanto a los aprendizajes que se pueden tomar de experiencias internacionales, mencionó la necesidad de "organismos centralizados para la asignación de licencias o habilitaciones", la constatación de que "los conflictos entre instituciones pueden frenar el desarrollo de la industria", que debe existir un esquema de habilitaciones y licencias "diferenciado para cáñamo, medicinal y recreativo", entre otras.
"Hay que poner en marcha lo más rápido posible la ley que dará un marco de certeza legal para una industria cuyo desarrollo, no obstante, será un proceso gradual de ensayo y error en la medida en que no hay una receta inequívoca en un mercado comienza a dar sus primeros pasos", consideró y pidió moderar las expectativas.
"El mejor consejo es paciencia y no creer que mañana vamos a estar exportando 500 millones de dólares de productos cannábicos. Es una carrera de larga distancia donde lo importante es empezar a correr, aprender experiencias de otros países y construir un espacio de diálogo para minimizar los conflictos", concluyó.
Por su parte, el titular la Cámara Argentina de Cannabis (ArgenCann), Pablo Fazio recordó que a nivel internacional "el mercado legal de cannabis en los últimos 10 años era nulo y hoy estamos hablando de 23 mil millones de dólares que van para los 93 mil millones de dólares en 2025".
"Como la cadena productiva del cannabis es intensiva en servicios basados en conocimiento, en equipamiento de alta tecnología y otras dimensiones del modelo Agrotech e Industria 4.0, Argentina tiene una posibilidad enorme de generar puestos de calidad y que sus recursos humanos se destaquen en el mundo", dijo
"Todos estos encadenamientos tiene un impacto positivo en la matriz de inversión en las economías regionales, producto de su dinamización por vía de la diversificación de la producción primaria, su cadena de valor y subsectores", agregó
Por eso, "una vez sancionado por la ley, rápidamente se pueden generar 10 mil empleos calificados directos en dos años", consideró.
Para aprovechar "las oportunidades que están arriba de la mesa", Fazio planteó que es necesario "un marco regulatorio dinámico, una industria sustentable, construir mercados y desarrollar productos seguros".
Paula Lancelotti, del laboratorio de control de calidad Melacrom e integrante de ArgenCann, destacó la importancia de los exámenes de laboratorio y enumeró los que debería requerir esta industria: perfiles de canabiocios, controles de residuos de pesticidas, residuos de micotoxinas, metales pesados, perfil de terpenos y solventes residuales.
"Si no tenemos controles de laboratorio no sabemos qué tipo de planta se está produciendo, qué producto y, ya en el mercado, distinguir blanco de negro, qué cantidad de CBD o THC tienen o si no tienen nada, que también lo hay", concluyó.
En tanto, de la mesa "Experiencias internacionales" participaron Matías Litvak (Israel), Diego Olivera (Uruguay), Rodrigo Arcilia (Colombia) y Chanda Macias (Estados Unidos).
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