lunes, 5 de diciembre de 2022

Entregarán en La Plata los legajos reparados a familias de 158 estudiantes y docentes de medicina

La medida también alcanza a graduados y no docentes. La UNLP fue una de las universidades más golpeadas por el terrorismo de Estado, con casi 800 víctimas de la represión ilegal.


Este lunes, la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata entregará los legajos reparados a las familias de 158 estudiantes, docentes, no docentes, graduadas y graduados que fueron asesinados o desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar. A partir de ahora tendrán en sus legajos la verdadera razón por la cual dejaron de ir a clases o de concurrir a sus trabajos.

Durante la dictadura, la UNLP fue una de las universidades más golpeadas por el terrorismo de Estado, con casi 800 víctimas de la represión ilegal, llevada adelante primero por los grupos paraestatales como la CNU a partir de 1974, y luego por las fuerzas de seguridad y armadas.

Con el golpe de Estado de 1976, la Universidad quedó bajo autoridad de la Marina que, además de imponer el terror, introdujo profundos cambios en lo académico: cerró cátedras y carreras completas, como las de Sociología, Antropología, Psicología, Cine y Periodismo, realizó cambios radicales en las matrículas, instaló cupos de alumnos y la eliminación de los centros de estudiantes.

“Esta acción tiene una doble dimensión, una individual de reparación, en relación a la persona desaparecida, y también una social, que nos permite contar nuestra historia en plural”, señala Jerónimo Guerrero, prosecretario de Derechos Humanos de la Facultad de Ciencias Médicas.

La Facultad es una de las más concurridas de la ciudad y fue también la que mayor cantidad de desaparecidos y desaparecidas tuvo. Estos 158 legajos son apenas una parte de esas víctimas, a las que se suman sobrevivientes y quienes fueron expulsados o se exiliaron tanto fuera como dentro del país.

“El genocidio cruzó transversalmente a la Facultad y a la comunidad académica en general. Una sociedad que en ese momento estaba muy politizada y los distintos claustros planteaban una enorme participación política por parte de muchísimas personas”, explica Guerrero, quien señala que “la salud fue también un campo de disputa, un territorio sobre el cual se discutían sentidos”.

Elisa Noemí Triana y Diego Arturo Salas eran estudiantes de Medicina y militantes de la Juventud Universitaria Peronista. Ambos integraban el área de sanidad de Montoneros, como muchos de sus compañeros y compañeras.

Su hija Paula Triana estará este lunes en el homenaje, que considera “una caricia en el alma” para ella y también “una reparación como sociedad” con la reconstrucción de la historia de todas las víctimas.

Recientemente, el legajo estudiantil de su mamá fue reparado también en el Liceo Víctor Mercante, que depende de la Universidad. “Mi mamá cursaba en el Liceo, que tenía un año más de secundaria que otros colegios, así que en el último año se fue para terminar en otra escuela y poder ingresar a Medicina con mi papá. Empiezan a cursar juntos y después mi mamá se retrasó un poco cuando nos tuvo a mi hermano y a mí. Además trabajaba en el área de Salud de la Municipalidad de La Plata”, recordó Paula, quien tenía apenas un mes cuando fueron secuestrados.

Elisa y Diego tenían 21 años y una vida muy intensa. Trataban de hacer lugar para su militancia en Montoneros, los estudios y ser padres en una ciudad como La Plata, que estaba asediada por la represión.

Unos días antes de su desaparición, se habían realizado operativos represivos en dos quirófanos de Montoneros en La Plata y en City Bell. Los represores estaban detrás del área de medicina de la organización y comenzaron a ser secuestrados varios de sus compañeros y compañeras. El 26 de octubre de 1976, Elisa y Diego fueron secuestrados y llevados al Batallón de Infantería de la Marina N°3 (BIM3) y al centro clandestino de detención de la Comisaría 5ta y permanecen desaparecidos.

“Hoy la tengo muy presente a Hebe (de Bonafini). Tuve la oportunidad de estar en sus últimos días con ella porque era muy amiga de mi abuela, Elvira Díaz de Triana. Hebe siempre decía que era la madre de los 30.000, de todos. En este caso, al ser tantas las víctimas, uno siente que la reparación no es sólo para nosotros sino que es una reparación a los compañeros y las compañeras, para toda la sociedad”, añadió Paula.

El homenaje se enmarca en una política la Universidad de La Plata que lleva ya varios años y realizó actos similares en las facultades de Periodismo, Bellas Artes, Arquitectura y Ciencias Económicas.

“La reparación de legajos empezó en función de una política de Estado de 2012 para dejar constancia de la condición de detenidos-desaparecidos y/o asesinados en los legajos de quienes habían trabajado en el Estado. Nosotros tomamos esa iniciativa para hacerlo sobre trabajadores docentes y no docentes y después se amplió su alcance para dejar una huella institucional sobre todas las víctimas que hubo en la universidad”, explicó Guadalupe Godoy, directora de Políticas de Memoria y Reparación de la UNLP, desde donde acompañó el proceso junto a las autoridades de la facultad.
Por Gerardo Aranguren para Tiempo Argentino

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