El gobernador en uso de licencia podría compatir una fórmula con Osvaldo Jaldo en 2023. La decisión está tomada, se anunciaría en enero o febrero. La tensión latente entre Alberto Fernández y el kirchnerismo, los cuestionamientos de la CGT y las organizaciones sociales y rumores de reaparición de Cristina.
De los recientes cambios de Gabinete, la partida de “Juanchi” Zabaleta fue la que más afectó a Alberto Fernández. No solo por perder a una pieza clave de la gestión, sino porque las razones que explican la migración del ex ministro de Desarrollo Social hacia el oeste bonaerense sintetizan el brumoso horizonte del Gobierno: desgaste producto del malestar social y las críticas internas, creciente disputa de cara al 2023 –como sucede en Hurlingham con La Cámpora– y éxodo de funcionarios, que ante el hostil panorama económico-electoral, optarían por refugiarse en sus distritos de origen.
Al tope de esa lista está anotado el jefe de Gabinete Juan Manzur, dispuesto a competir el año que viene en Tucumán. Lo podrían seguir ministros como Jorge Ferraresi y Gabriel Katopodis. En medio de la estampida, el presidente enfrenta otro desafío interno: dar respuesta a los reclamos que ya trascienden al kirchnerismo e incorporan –por diferentes motivos– a los considerados propios: CGT y organizaciones sociales oficialistas. Mientras tanto, la vicepresidenta Cristina Kirchner podría reaparecer en público el mes que viene.
Juan XXIII
Fernández lo sabe hace rato. La intención de Manzur es regresar, en un futuro próximo, a sus pagos. “Nosotros le decimos Juan XXIII y no es por el Papa”, ironiza un histórico dirigente peronista. “Desde que asumió solo piensa en el año que viene”, agrega. Deteriorado en su rol como jefe de Ministros, con menos funciones que al inicio de su gestión, el gobernador en uso de licencia procura mantener el control político de su provincia. “Si no vuelve, Jaldo le hace pelo y barba”, explican con sorna en Tucumán sobre la consolidación del mandatario interino y la pulseada que tiene con Manzur. La cuenta regresiva para los comicios locales ya arrancó. Se adelantaron a mayo para despegarlos lo máximo posible de los nacionales. Así, y a pesar de no poder ser reelecto, el jefe de Gabinete proyecta una fórmula invertida encabezada por quien fuera su vice. “Jaldo candidato, Manzur conducción”, es la premisa.
Quienes lo conocen, aseguran que ese sería el primer movimiento de una jugada doble: lograr en primera instancia un triunfo contundente en la provincia y, llegado el caso, utilizar ese impulso para en una segunda etapa promover su figura en la carrera presidencial; por ejemplo, como candidato a vicepresidente. La ambiciosa jugada, no obstante, no solo presenta las dificultades lógicas del malestar social por la crisis económica sino también obstáculos judiciales. Desde la oposición advirtieron que la carta magna local habilita al vicegobernador a ser candidato a gobernador, más no al gobernador a postularse para vice. Se descarta, por lo tanto, que la competencia electoral tenga también un capítulo en los tribunales.
Frente a la eventual salida, que se concretaría en los primeros meses del próximo año, la incógnita inmediata que se abre es cómo resolverá la cúpula del Frente de Todos una nueva designación de alto calibre, sin acumular más traumas. Porque si bien el enfrentamiento público se enfrió con el desembarco de Sergio Massa y el ataque a Cristina Fernández de Kirchner, las tensiones continúan latentes y la comunicación entre el Presidente y la vice cayó nuevamente en un bache. El nivel de profundida tal vez lo conozcamos dentro de poco. Aunque aún no está confirmado, CFK podría volver a aparecer en público en un acto el 17 de noviembre, aniversario del regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina en 1972.
El último ruido interno con Fernández surgió a partir de los cambios en el Gabinete. El arribo de “Kelly” Olmos (Trabajo), Victoria Tolosa Paz (Desarrollo Social) y Ayelén Mazzina (Mujeres, Géneros y Diversidad) no fue consultado con el kirchnerismo. Sin embargo, el enojo no se produjo por la falta de consenso. Era sabido que en el loteo ministerial, esos cargos pertenecen a territorio albertista. La irritación en el entorno de la vicepresidenta radica en que consideran que, para mostrarse empoderado, el Presidente hizo circular con especial énfasis que la decisión salió exclusivamente de su despacho. “No es bueno que haya trascendido que no todo el Frente fue consultado a la hora de tomar esas determinaciones, pero bueno...”, se quejó el ministro bonaerense Andrés Larroque, con tono de resignación.
Se acumulan reclamos
El libro de quejas al presidente sumó firmas en los últimos días. El estacionero Carlos Acuña expresó que en la CGT se sintieron “ignorados” a la hora de definir a la reemplazante de Claudio Moroni en la cartera de Trabajo. “Nos hubiera gustado opinar”, reclamó el cotitular de la central obrera, aunque apoyó el nombramiento de Olmos. Más contundente fue la postura del camionero Pablo Moyano, quien recibió a la flamante ministra recordando su pasado menemista. “Ojalá haya cambiado”, lanzó. Ante las críticas, la respuesta del Gobierno fue concreta. Desmintió que no hayan consultado a los representantes de los trabajadores y aseguraron que ante la falta de consenso en la CGT, el Presidente avanzó en una definición.
Más allá de la explicación oficial, el objetivo de Fernández es sostener sus cuotas de poder en un Frente de Todos fragmentado, pensando sobre todo en que la campaña electoral está cada vez más cerca. Quienes rodean al mandatario confían en que hasta el momento no armó ningún grupo de trabajo para avanzar en un proyecto de reelección. No lo descartan para más adelante. De lo que sí está seguro el Presidente es que va a discutir fórmulas y listas como actor central de la coalición.
A diez meses para las PASO (si es que las hay), las cuentas presidenciales con los propios tampoco cierran. En la columna del debe ahora se suman las organizaciones sociales oficialistas. “Sigue habiendo una deuda enorme del Gobierno con la economía popular”, admitió Emilio Pérsico, líder del Evita y funcionario de Desarrollo Social. Sus palabras no fueron solo una autocrítica. Estuvieron dirigidas a Fernández y al ministro de Economía, Sergio Massa, que a principios de octubre les prometió, entre otras cosas, incorporar a cooperativas a la obra pública. Hasta el momento, no hubo novedades y es otro ítem que extiende la lista de promesas incumplidas.
A pedido de CFK y Juan Grabois, en noviembre podría anunciarse un refuerzo para las personas que están por debajo de la línea de la indigencia y también novedades para trabajadores registrados.
Por Sebastián Cazón para Página/12
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