lunes, 3 de enero de 2022

Tras la votación por las reelecciones, el bloque de Juntos quedó al borde de la ruptura

La oposición de Vidal a la reelección de los intendentes abrió la crisis más dura en la historia de la coalición en la provincia. Temen que la bancada se fragmente en varios bloques pequeños.


Daniel Lipovetzky, Maximiliano Abad y Fernando Rovello
El bloque de Juntos en la provincia de Buenos Aires atraviesa la peor crisis desde el nacimiento de la coalición opositora de derecha. La presión de María Eugenia Vidal para impedir cambios en la ley que fija límites a la reelección de intendentes expuso las diferencias y dejó a esa bancada al borde del quiebre.

Dentro del bloque admiten que la posibilidad de una fractura es importante. "En algún momento nos tenía que pasar", reconoció una fuente del radicalismo y agregó que "se abrieron heridas que ahora son difíciles de cerrar".

Por estas horas el bloque Juntos está partido en varios sectores. El radicalismo con un bloque sólido, aunque la postura disidente de Pablo Dominichini, un diputado que responde a Martín Lousteau, puede significar una fuga.

Por el lado del PRO, un abismo separa ahora a los ocho diputados de Vidal del resto del PRO, más referenciados con los intendentes. El problema allí es que en este último sector no existe una conducción única.

Resta la Coalición Cínica que, si bien votó en contra del proyecto, no buscó profundizar diferencias. Incluso hubo algunos guiños en el discurso de Maricel Etchecoin Moro hacia el presidente del bloque, el radical Maximiliano Abad.

"Nadie le pedía a Vidal que apoyara esto. Ella podría haber mantenido su postura. Pero fue innecesaria la presión que ejerció en el bloque", dicen en el PRO.

Después de la sesión del martes pasado, hubo algunos días de silencio. Pero entre jueves y viernes el grupo de WhatsApp que une a los diputados se reactivo. Algunos siguieron expresando el malestar contenido y otros pidieron calmar los ánimos. "Yo solamente voy a decir Felicidades", escribió en el chat una diputada que prefirió evitar la discusión.

En los meses de verano se buscará cerrar heridas, aunque la posibilidad de mantener el bloque unificado tal como viene funcionando desde 2016 asoma ahora como una posibilidad muy lejana.

En el radicalismo vuelven a agitar la idea de un interbloque, tal como funciona la alianza opositora en el Congreso Nacional. Se sabe que la Legislatura carece de esa figura, aunque crearla no representaría un problema. "Tenemos que perderle miedo a la posibilidad de un interbloque. Nos puede dar mayor dinamismo para funcionar", dicen en la UCR y aclaran que en algunos municipios (Mar del Plata, Lanús) Juntos funciona con ese esquema.

Tras la elección de noviembre, en ese partido se venía conversando con el PRO la posibilidad de trabajar con bloques separados, pero en diciembre se impuso la estrategia de una bancada unificada.

El problema es que un interbloque puede abrir la puerta a otras fracturas y así terminar una especie de balcanización del bloque opositor. Un escenario completamente favorable para el Frente de Todos.

Las frases de algunos diputados radicales dan cuenta de la tensión que quedó tras la sesión del martes. "El problema es el PRO. Ellos no tienen conducción política. Lo que sucedió ahora es que los intendentes le ganaron a la superestructura", dicen.

"Lo que hizo Vidal fue abrir una ‘Caja de Pandora'. La mesa nacional de Juntos se manifestó en favor de votar los cambios y Vidal no respetó la decisión de la mayoría", agregan.

Desde el PRO alientan la posibilidad de alcanzar un sistema de equilibrio diferente al actual. Si bien no tienen una propuesta concreta admiten que ninguno de los sectores puede sobrevivir jugando de manera individual.

La negociación en los días previos a la sesión y los discursos en el bloque de Juntos parece haber reconfigurado nuevos actores en el radicalismo y el PRO. Por caso, Alex Campbell asoma ahora con una posición dura y hasta extrema. Una especie de Waldo Wolff en la Legislatura bonaerense.

Incluso, podrían surgir algunos liderazgos nuevos como es el caso de Fernando Rovello -un diputado de Daniel Angelici- por el lado de los intendentes y de Santiago Passaglia y Matías Ranzini por el lado del vidalismo.

La negociación para introducir cambios en la ley que fija límites a la reelección de intendentes comenzó con conversaciones informales entre legisladores del Frente de Todos y de Juntos.

Había dos puntos que presentaban consenso en ambas partes: corregir la reglamentación de la ley para evitar que los intendentes puedan ser reelectos indefinidamente con licencias de dos años, y tomar como primer período el que va de 2019 a 2023. Así se avanzó durante días buscando consensos y fijando a trazo grueso los alcances de las modificaciones.

El problema surgió cuando los legisladores avisaron a Vidal de esas negociaciones. La ex gobernadora ordenó a los suyos jugar a fondo y avanzó con una solicitada con la que buscó romper la negociación.

Durante días existieron operaciones cruzadas dentro del bloque. En el recinto la tensión fue extrema. "Estamos discutiendo privilegios para la política", dijo Campbell. Fue una frase que impactó dentro del bloque. Por eso, Abad -que estaba sentado a su lado- le contestó: "No tenemos privilegios. Elegir y ser elegido es un derecho".

Con el respaldo del vidalismo, el Frente Rejuntador había pedido votación nominal (esto es, que cada diputado diga a viva voz si su voto es positivo o negativo). Allí se vieron algunas curiosidades: Daniel Lipovetzky había firmado la solicitada de Vidal en contra de los cambios en la ley toda vez que tiene intenciones de ser el sucesor de Julio Garro en La Plata. Sin embargo, luego de conversaciones tensas con Daniel Angelici votó de manera positiva para facilitar el tratamiento sobre tablas. Con tanta mala suerte que el secretario Administrativo no lograba escucharlo y Lipovetzky tuvo que repetir tres veces y a los gritos que votaba a favor de tratar el proyecto. En ese momento hubo risas entre sus compañeros de bancada.

Si en algo coinciden en el PRO y en el radicalismo fue que la decisión de no salir a explicar con claridad la necesidad de cambiar la ley terminó dejando a los diputados en una posición incómoda.

El proyecto original tenía fallas. La reglamentación abrió un resquicio a los intendentes que les permitía la reelección indefinida si cada seis años se tomaban una licencia de dos. Pero además había objeciones sobre el primer mandato. Es que la ley se había votado en 2016 y tomaba como primer período el que va entre 2015 al 2019. Es decir que se estaba legislando hacia atrás.

La duda que surge ahora es si el hecho de cambiar la ley en diciembre de 2021 para tomar como primer período el que va entre 2019 y 2023 no se está incurriendo en el mismo error.

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