miércoles, 13 de julio de 2022

Avance del dólar sobre el peso: por qué se habla de una economía bimonetaria

Las devaluaciones a lo largo de décadas degradaron la confianza en la moneda nacional. El dólar quedó con la función de reserva de valor.


Hablar de economía bimonetaria en Argentina es ponerle nombre a una problemática de décadas: la convivencia de una moneda nacional, el peso, para uso cotidiano, y una internacional, el dólar, para ahorrar, pero cada vez más presente como referencia en el día a día. 

Un informe del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) se pregunta y responde con cifras por qué podemos decir que vivimos en un país bimonetario.

El concepto lo jerarquizó la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en sus últimas apariciones públicas: "La economía bimonetaria une a todas las crisis de la Argentina: la escasez de dólares, la corrida cambiaria, las devaluaciones y las inflaciones", mencionó el viernes anterior en El Calafate. Es un diagnóstico que introdujo en la escena pública en 2017 como senadora, e incluso incluyó en un apartado de su libro Sinceramente en 2019 pero repite cada vez con más frecuencia al referirse a los problemas de la economía nacional.

El concepto de economía bimonetaria se refiere a una economía en la que se utilizan dos tipos de monedas. En el caso argentino, los sueldos se pagan en pesos y las transacciones cotidianas también se hacen en moneda nacional, pero el dólar es una referencia generalizada para el ahorro y otras operaciones.

La primera explicación de este fenómeno es que el peso tiene falencias en por lo menos una de las tres características que debe tener una moneda para funcionar como tal: sirve como medio de cambio para intercambiar bienes y servicios y sirve como unidad de cuenta para referenciar el valor de esos bienes, pero no funciona como reserva de valor, no sirve para acumular ahorros.

Todo verde

El dólar, en cambio, es la moneda de ahorro de muchas familias y empresas sobre todo como forma de protegerse contra la pérdida de valor del peso por el aumento acelerado de los precios. Tal es así que en 2022 el stock de ahorros de argentinos fuera del sistema local sumaba 258.077 millones de dólares, según la CELAG. Esta cifra equivale a más de 5 mil dólares por habitante, a más de medio PIB, a la inversión de toda la economía de dos años y medio.

"En la actualidad se estima que los argentinos poseen el 10 por ciento de todos los billetes de dólares circulando fuera de Estados Unidos", asegura el informe de Alfredo Serrano Mancilla, Guillermo Oglietti y Mariana Dondo de la CELAG y menciona que en 2006 la Reserva Federal de Estados Unidos estimaba que Argentina lideraba el ranking mundial de tenencia de dólares en billetes de papel por habitante. Calculaba unos 4,5 mil dólares por argentino, una cifra superior a la del propio Estados Unidos, donde en promedio tenían unos 3 mil por habitante. También estimaba que Argentina era el segundo país extranjero con mayor cantidad de dólares en billetes en su poder, por detrás de Rusia que ocupaba el primer lugar, y al mismo nivel que China, con quien compartía el segundo. En ese entonces la tenencia argentina multiplicaba por 50 la de Brasil y Ecuador, y por 10 la de México y Perú.

"Son datos irrefutables que demuestran que en Argentina conviven una moneda nacional y otra moneda internacional con una fortísima presencia en múltiples dimensiones", asegura la CELAG.

El peso es el medio más extendido de cambio y también se utiliza como unidad de cuenta, pero no alcanza a todas las transacciones cotidianas. En el mercado inmobiliario, los precios y las transacciones se realizan en dólares: "Prácticamente la totalidad de los inmuebles que se promocionan en Mercado Libre se ofrecen en dólares. La Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires muestra el precio promedio del m2 de los departamentos ofertados en la ciudad sobre la base del precio en dólares que publica el sitio Argenprop", señala el informe.

La dolarización del mercado inmobiliario comenzó durante la dictadura militar. La inmobiliaria Beccar Varela fue la primera que se animó y publicó en julio de 1977 en el pasquín derechoso La Nación dos casas a la venta en dólares en San Isidro. En ese entonces era una rareza encontrar el clasificado de propiedades en dólares. Los sociólogos Alejandro Gaggero y Pablo Nemiña hicieron el seguimiento y encontraron que tres años más tarde, ya se publicaban el 90 por ciento de los avisos en dólares.

Se llegó a 2021 con un mercado del alquiler de inmuebles semi dolarizado, en especial para los inmuebles de mayor valor. "Un 70 por ciento de los inmuebles en alquiler más caros del mercado se ofrecen en dólares en la plataforma Mercado Libre, frente a un 5 por ciento en el caso de los inmuebles más baratos. A diferencia de otros países grandes de la región como México, Brasil, Colombia, Perú, Uruguay y Chile, la plataforma de alquiler de inmuebles turísticos Airbnb publica los precios en dólares, incluso para los argentinos que alquilan en Argentina", explica la CELAG.

Otro mercado que comenzó a dolarizarse en los últimos años es el de los autos: "Un 18 por ciento de los 2 mil autos más caros que se venden por la plataforma Mercado Libre se ofrecen directamente en dólares, y un 19 por ciento de los 2 mil autos más baratos, también", sostiene el trabajo.

En crisis

El círculo es vicioso y se retroalimenta. En un año normal, entre 3 y 4 millones de ciudadanos adquieren dólares en el mercado formal. En un año con corridas cambiarias y especulativas, como 2019, la cifra puede superar los 5,5 millones de ciudadanos que ese año compraron casi 4 mil dólares per cápita en promedio. Más de un 1,5 millón de personas más que en los años anteriores.

"Es imposible abordar rigurosamente los problemas de la economía argentina en el día a día, en cuanto a salarios, inflación, tipo de cambio, escasez de divisas, tasa de interés, deuda interna y externa, estructura desequilibrada productiva, sin entender que el país vive desde hace tiempo un fenómeno estructural como es el del bimonetarismo", rematan Mansilla, Oglietti y Dondo.
Fuente: nota de Natalí Risso para Página/12

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