Descartan que incluso el segundo test de metas con el organismo estará ok. Pero observan en abril se espera una dinámica de precios de alimentos aún fuerte.
Tras la semana de reuniones con el Fondo Monetario (FMI) en Washington, en el Gobierno sacan conclusiones de cara a lo que se viene, con dos datos centrales: tanto la primera revisión de metas del acuerdo con el organismo, como la segunda, están a priori en condiciones de ser aprobadas. En segundo lugar, la inflación es un problema a atacar con urgencia dado que, como señalan en la Casa Rosada, aún con bajas estadísticas fuertes (como la que se espera para abril), no alcanza para una contracción de los precios razonable que, además, no tensione la situación general y obligue a paritarias sin una guía numérica.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, desembarcó en el país en las últimas horas con la certeza de haber aclarado varias cuestiones en las diversas reuniones que mantuvo con directivos del FMI y con su titular, Kristalina Georgieva. La primera es que la inflación, además de la inercia histórica y de los problemas internos irresueltos, seguirá tensionada por el contexto global de la guerra en Ucrania. Para el Fondo ése es el problema central de Argentina, el otro, que esa situación no se desmadre. A partir de allí, y con información que llegó de Washington, donde se desarrolló la semana pasada la asamblea de primavera del FMI, entienden que las metas acordadas serán aprobadas por en las dos primeras revisiones, la de mediados de mayo y la de fines de junio. En ese frente, al menos, el Gobierno no recibirá presiones exógenas.
Pero en el terreno inflacionario ya hay conciencia de que no alcanza con bajas estadísticas. Hace unos días, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, se arriesgo a manifestar que los precios de abril estarán por encima del 4 por ciento. El IPC de marzo que dio el INDEC arrojó un 6,7 por ciento, con mucha carga estacional de rubros que en abril no recargarían el indicador. De todos modos, cerca de Guzmán son más cautos. "Habrá una baja en relación a marzo", es la frase que se escucha entre funcionarios, pero ya nadie celebra reducciones meramente numéricas. Si de números se trata, están más cerca de pensar en un alza de precios entre 5 y 6 puntos, con los alimentos todavía pegando muy fuerte en el indicador. Ese dato no es menor: febrero y marzo tuvieron subas en ese rubro superiores al 7 por ciento. Al día de hoy, sacando a los lácteos y aceites, el resto de los productos de góndola vienen con una dinámica más moderada. Pero hay que ver el termómetro de los productos frescos y otros rubros que pegan en el indicador del ente estadístico oficial.
Es que, para no superar el 60 por ciento, saben en el Gobierno que de abril en adelante la marcha de los precios debe desacelerar por debajo de los cuatro puntos de manera pareja. "Hoy, un 3,5 de inflación no es un dato positivo si no se consolida una tendencia a la baja", afirmaron fuentes de la Casa Rosada. En la visita reciente a Washington, los funcionarios nacionales dejaron claro que el influjo extra externo puede continuar, de hecho, se charló con Georgieva que las revisiones potenciales de las metas del acuerdo estarán en línea con la evolución de la guerra en Europa. Desde el FMI dijeron a este diario que el organismo está dispuesto a mirar indicadores atados a ese eje, pero no hay definiciones concretas tomadas sobre los puntos del acuerdo.
Esta situación de no saber cuál será la evolución de los precios, está llevando a una situación de discusión paritaria particular. Gremios como los estatales de UPCN lograron un 80 por ciento de aumento, el Sindicato de Empleados de Comercio casi un 60 por ciento y el resto navega en una franja muy amplia. El Gobierno no le está poniendo techo a las paritarias, pero sabe que la baja de la inflación es condición necesaria para que los salarios le ganen a la inflación. Es que, de darse una suba de precios superior al 60 por ciento en el año, eso borraría cerca del final del período las mejoras que se logren, hoy, promediando el año.
Guzmán, que estará desde el miércoles en recorridas por Neuquén y Rio Negro para abordar cuestiones energéticas, tiene el tema precios como objetivo central. El pedido presidencial de Alberto Fernández fue centrar la gestión económica en la inflación y en la provisión de energía para el invierno, en un contexto de demanda creciente y los industriales presionando para no quedarse sin recursos en el invierno.
Por Leandro Renou para Página/12
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