El documento presentado por el Frente de Todos hace hincapié en los guarismos de quienes quedaron excluidos de la educación pública al no poder iniciar ayer las clases en las escuelas porteñas.
Laura Velasco, legisladora porteña por el Frente de Todos |
Legisladores y legisladoras de la ciudad de Buenos Aires, presentaron un pedido de informes al ejecutivo porteño para que oficialice la cantidad de pibes y pibas que quedaron sin vacantes en el ciclo lectivo 2022. El documento redactado por la legisladora Laura Velasco del Frente de Todos, hace hincapié en los guarismos de quienes quedaron excluidos de la educación pública y que no pudieron iniciar las clases en las escuelas porteñas.
“Año tras año se incrementa la cantidad de niños, niñas y adolescentes que no consiguen un lugar por la falta de escuelas y los sucesivos ajustes de las administraciones PRO: Primero con Macri y luego con Rodríguez Larreta, la CABA perdió 12 puntos de su presupuesto educativo”, destaca la legisladora porteña y recuerda que en los últimos tres años, elalcalde porteño subejecutó 1.600 millones de pesos sólo en infraestructura escolar. “No sabemos a dónde fueron a parar esos fondos que hoy deberían estar garantizando el derechos la educación a esos más de 50 mil pibes y pibas que hoy se tuvieron que quedar en sus casas”, aseguró Velasco”.
El documento presentado por la legisladora, indaga sobre la cantidad de vacantes ofertadas y solicitadas para el período 2022 en los distintos niveles educativos, en especial sobre las salas de 45 días a 2 años. Además exige información sobre las razones por las que no se pudo cubrir la demanda y la respuesta dada a las familias que se quedaron sin lugar para este nuevo ciclo lectivo, entre otros puntos.
“Volvemos a ver las consecuencias de un Estado no presente, a pesar de las veces que Horacio Rodríguez Larreta y su ministra Soledad Acuña hicieron mención, en estos dos años de pandemia, a la importancia de la educación. Educación es presencialidad plena y 192 días de clases para todxs, por lo tanto es garantizar las decenas de miles de vacantes que hoy no están en la ciudad, y no por falta de presupuesto”, termina Velasco.
Entre otras cuestiones, el proyecto pregunta sobre “el número de obras de infraestructura escolar, dependiente de la Dirección General Educación de Gestión Estatal (DGEGE), destinadas a la ampliación de vacantes, que se encuentran previstas para el 2022”. Y que detalle la “cantidad de vacantes que crearía, ubicación, montos presupuestarios destinados a las mismas, nivel de escolaridad de cada obra en ejecución”. Al mismo tiempo requiere el número de preinscripciones validadas que, al 21 de febrero, “no le fueron asignadas vacantes en ningún establecimiento de gestión estatal”. En este punto pide el desagregado de los niveles educativos, el distrito escolar y grado para la que realizó la preinscripción; el tipo de Jornada al que aspiraba ingresar; el establecimiento seleccionado en 1°, 2° y 3° orden; y que informe los motivos que impidieron la asignación de las vacantes, como así también la respuestas se le dio a las familias que al 21 de febrero no cuentan con vacante asignada en algún establecimiento.
Ante la falta de vacantes, la misma estrategia
La carencia de lugares en la educación pública porteña, es como consecuencia de la falta de edificios escolares. Es por eso que, cada año, el Ministerio de Educación de la Ciudad implementa siempre la misma táctica: dos o tres meses después de haber comenzado las clases, reacomoda en diferentes escuelas a miles de niños y niñas que quedaron en lista de espera (muchos de ellos en establecimientos que no eligieron y que les queda lejos de sus casas). Ese "reacomodamiento" ocasiona superpoblación en las aulas. Dónde tiene que haber 20 estudiantes termina habiendo 25, 30 o 35. Ya a mitad del ciclo lectivo, entre mediados o finales de junio, varias escuelas sufren la saturación de sus aulas. Aparecen estudiantes nuevos y baja la cantidad de pibes sin vacantes. Esta superpoblación de aulas también afecta gravemente la calidad educativa.
Fuente: nota de Martín Suárez para Tiempo Argentino
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