El Poder Ejecutivo avanza en las negociaciones con los laboratorios y autoridades de Estados Unidos. La intención es llegar a un acuerdo y volcarlo en un decreto de necesidad y urgencia pero faltan detalles. Los tres objetivos del presidente.
El Gobierno busca, desde hace semanas, encontrar un camino para lograr tres objetivos vinculados con las vacunas contra la covid, todos con trasfondo político: que lleguen a la Argentina las aproximadamente tres millones de dosis que Estados Unidos está dispuesto a donar y que sería un desplante a Washington no recibirlas; acceder a la vacuna de Pfizer esencialmente para usarlas en menores de edad, aunque ya hay otras alternativas y terminar con las polémicas, planteadas por la oposición y los grandes medios, alrededor de la provisión de vacunas de origen norteamericano.
En Estados Unidos rige un fondo de garantías que cubre los posibles juicios para todas las vacunas, no sólo para las del coronavirus, y se está buscando una salida de ese tipo, ya sea a través de una garantía que daría Covax o de un fondo establecido. Por eso, lo que se negocia no es únicamente la palabra negligencia en la ley, sino el conjunto de exigencias que se plantearon. Todo se dialoga al mismo tiempo con el gobierno de Washington y los laboratorios, en reuniones vía Zoom, como ya describió este diario. En principio está la idea de volcar lo acordado en un DNU, pero faltan los detalles finales.
En realidad, la Argentina ya tiene vacunas más que suficientes para inmunizar a toda la población adulta y deberá multiplicar los métodos y los vacunatorios para aplicar todas las dosis que van llegando. Es más, ya hay funcionarios que se quejan porque la vacuna Sputnik V, que se almacena a -17 grados, resulta incómoda desde el punto de vista logístico.
Más complicado es el manejo de Pfizer a -70 grados, aunque el laboratorio está entregando las dosis en una conservadoras especiales que ya no requieren ultra-freezers porque en ellos las vacunas se mantienen alrededor de cinco días. Aún así, la logística se complica, sobre todo cuando el objetivo de la Argentina es salir casa por casa, con heladerita, para vacunar a los que faltan.
Las tres razones de la movida del Poder Ejecutivo
✔ Estados Unidos decidió donar 80 millones de dosis a distintos países. Una parte -serían tres millones- tendrían como destino la Argentina. Pero son vacunas norteamericanas con las que no se formalizó ningún contrato todavía: Pfizer, Moderna, Johnson & Johnson. Lo que se busca es terminar con el argumento de que la Argentina obstaculizó una donación de vacunas de Estados Unidos. Pesa mucho la relación con Washington.
✔ La segunda razón tiene que ver con la aplicación pediátrica de la vacuna Pfizer, la que más se instaló internacionalmente para aplicarse en menores. Sin embargo, también aquí pesa la política. Sinopharm, que se aplica a menores en China, es casi seguro que estará aprobada en un mes también en la Argentina. De manera que el país dispondrá de millones de dosis para los chicos entre 3 y 18 años, que de todas maneras recién serán vacunados en agosto o septiembre, después de todos los mayores, que son los de riesgo. Hay una franja, los menores con comorbilidades, que -según los especialistas, sería bueno que se vacunen con Pfizer. Son unos 300.000.
✔ La tercera razón es sólo política. Terminar con el debate con la oposición que siempre le hace de coro a las posturas de Washington. Es público y notorio que no hay una cuestión ideológica porque la Argentina hoy aplica masivamente la vacuna de Oxford-AstraZeneca, que es de origen británico. Pero la oposición ha enarbolado la bandera de Pfizer y la idea es terminar con esa controversia. Por supuesto, que los grandes medios y la oposición ya encontrarán otras objeciones.
La negociación con los laboratorios y los fuegos artificiales
Si la negociación del Gobierno con los laboratorios norteamericanos concluye bien y se suprimen las cláusulas más leoninas -como la garantía de las reservas del Banco Central, por ejemplo-, se avanzará hacia un acuerdo, via el DNU o via las propias cláusulas de los contratos a firmar.
Mientras tanto se hace mucho humo y fuegos artificiales para tapar un poco la realidad de fondo: la Argentina está recibiendo millones de vacunas y, si no aparecen inconvenientes, a fin de mes estará vacunada, al menos con una dosis, la totalidad de los mayores de 18 años del país. Además, el índice de rechazo es bajísimo: se inscribieron para vacunarse casi el 85 por ciento de los adultos. Es uno de los índices de rechazo más bajos del mundo. Y eso que decían que las vacunas que traía el gobierno eran veneno.
Por Raúl Kollmann para Página/12
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