viernes, 24 de julio de 2020

¿Cómo comprender el incremento de contagios y muertes por coronavirus?

Aunque en el AMBA se frenó la velocidad de propagación y la tasa de letalidad es baja, los números de nuevos infectados y fallecidos crecen en cada reporte. ¿A qué se debe este fenómeno? Opina Mario Lozano, virólogo experto del Conicet.


Los números de contagios y muertes en Argentina no dan tregua. Día tras día continúan en aumento y la curva de propagación sigue con su carácter exponencial. El parte del miércoles del Ministerio de Salud registró 5782 contagios y 98 muertes. Con esto, el total de positivos se elevó a 141.900 y los fallecimientos a 2.588. De acuerdo a lo que subrayan los especialistas desde el comienzo de la pandemia, las cifras del presente tienen que ver con comportamientos que sucedieron hace, por lo menos, dos semanas. El desfasaje guarda relación con que la gente que se enferma se demora un tiempo entre manifestar síntomas, contactar al sistema de salud, hacerse el hisopado, recibir el resultado y ser finalmente aislada en un centro sanitario. Una pregunta, entonces, se abre paso: si el país realizó una cuarentena estricta y el AMBA, la zona de mayor incidencia, retornó a Fase 1: ¿por qué los números de infectados y de fallecimientos no disminuyen sino todo lo contrario?

“Estamos comenzando a ver que la cuarentena no fue todo lo exitosa que pudo haber sido. También me parece que es tiempo de entender: hay muchas personas que evidentemente, por sus condiciones socioeconómicas, no pueden hacer el confinamiento del mismo modo que otras que acceden a mejores posibilidades. De la misma forma, hay individuos que en sus trabajos son obligados a asistir presencialmente. Por ello la movilidad disminuyó bastante (en el orden del 30%) pero no todo lo que debería haberse reducido. Aunque se desaceleró la propagación aún tenemos números preocupantes, no hemos logrado nada todavía”, explica Mario Lozano, virólogo molecular y ex rector de la Universidad Nacional de Quilmes. 

Además hay otras situaciones específicas que en la actualidad podrían estar pasando factura. “Aquellas personas que asistieron a marchas anticuarentena se expusieron de forma indebida. Cuando uno vocifera o canta, la distancia social mínima de dos metros se rompe porque un portador del virus puede alcanzar una mayor distancia con sus microgotas; viajan aproximadamente de cinco a diez metros. Aunque hayan sido al aire libre, el peligro es mayor”, completa el actual Secretario de Educación, Culturas y Deportes del Municipio de Quilmes.

Desde abril los casos crecen de manera exponencial en el AMBA. En efecto, a pesar de las fluctuaciones estadísticas que siempre deben tenerse en cuenta, a más contagios más muertos. Aunque el país tenga una tasa de letalidad (cantidad de muertos en relación a los casos confirmados) relativamente baja (1.66%), ambas curvas están acopladas, con lo cual, cuanto más individuos contraigan el Sars CoV-2, más chances existen de que el número de fallecidos aumente.

Los incrementos en los contagios vienen siguiendo una lógica de salto y meseta. ¿Qué implica ello? Que manifiestan un aumento repentino y, luego, por unos días se estabilizan hasta que luego vuelven a despegarse. “Lo que sucede con la fluctuación en los casos también tiene mucho que ver con la carga de datos. Los números que todas las noches nos comunican guardan relación con lo que el sistema detecta, es decir, con lo que llega a la red de laboratorios que en todo el país se encarga del procesamiento de muestras. Ello hace que, de vez en cuando, los datos se acumulen un poco”, describe Lozano. Desde esta perspectiva, plantea que “los expertos que se encargan de realizar estadísticas no analizan lo que ocurre con la epidemia a nivel doméstico a partir de una lógica diaria, sino que el seguimiento y las conclusiones que extraen son de carácter semanal. Arriban a un promedio, precisamente, para evitar las distorsiones que pueden producirse por retardos y obstáculos meramente humanos, asuntos de logística”.

Cómo reforzar la estrategia sanitaria

El virus ha demostrado ser muy “agresivo”. Con ello, no se trata de dotar de características humanas a un patógeno sobre el cual la comunidad científica todavía no se ha decidido en catalogar o no como un ser vivo. Por el contrario, el propósito es enfatizar el poder de transmisibilidad: si la velocidad de duplicación se acota, en poco tiempo el país podría tener 10 mil casos diarios y ahí sí, el sistema de salud (que hoy posee margen) no tendría chances de brindar respuestas. 

En este marco, con más de cuatro meses de Aislamiento, Social, Preventivo y Obligatorio, la metodología de acción -necesariamente- debe orientarse según otros criterios. El confinamiento no es suficiente por sí solo.

“Los laboratorios afrontan una limitación que se relaciona con los recursos humanos. Como la epidemia fue en aumento y el virus se fue desplegando, las infraestructuras también fueron llegando a sus límites. De hecho, el gobierno bonaerense actualmente se encuentra instalando nuevos espacios”, afirma el especialista. Con ello, Lozano se refiere a la creación de nuevos laboratorios, como en la Universidad Nacional de Hurlingham; así como también a la mejora de las capacidades existentes en otros (como el de la Universidad Nacional de Quilmes) que ya estaban asentados y no daban abasto por la ingente cantidad de muestras que los centros de salud les acercaban en cada jornada.

Más allá de ampliar la capacidad de diagnóstico, el otro eje estará en pulir la estrategia de rastreo de contactos. El aislamiento de los vínculos estrechos de una persona que recibe su test Covid positivo resulta clave. En esta línea, narra Lozano: “Los focos deben frenarse justo cuando se originan. Buenos Aires está destinando recursos humanos a ello: más gente que se encarga de las consultas telefónicas exhaustivas para chequear cuál es la situación epidemiológica en aquellos hogares en los que se identifica la presencia del coronavirus”.

Recabar información de todos los contactos que tuvieron durante los últimos tres o cuatro días puede ser decisivo para frenar la pandemia. Existen centros de atención telefónica que las universidades del AMBA -UNSAM, UNQ, UNLP, por ejemplo- han organizado para que aquellos voluntarios que así lo deseen puedan contribuir en la tarea de identificar casos. La ecuación, después de todo, resulta sencilla: “Si tenés 5 mil casos, podés llegar a 20 mil contactos estrechos como mínimo. Hay que monitorear a cada una de las personas. La OMS sigue insistiendo en esta acción porque la epidemia se combate verdaderamente si esto se hace bien”, remata.
Por Pablo Esteban para Página/12

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