Los últimos estudios indican que el humor social está atravesado por la idea de que el futuro será peor y que “nadie pueda cambiar la situación". Explicaciones sobre el “fenómeno Milei”.
La carrera electoral hacia 2023 está pavimentado por un sentimiento: la incertidumbre. Así lo recogen todos los focus groups y encuestas, estudios de opinión pública y balances de humor social que, por estas semanas, lee con atención todo el arco político. La inflación que se acerca al 100 por ciento, el derrumbe de la capacidad de consumo, los coletazos del encierro (y muertes) de la pandemia y el efecto de acumulación del devenir de dos gobiernos -el de Cambiemos y el del Frente de Todos- que se perciben como una decepción, todo, lleva a un panorama de ausencia total de expectativa de futuro. Hay estudios que hablan de haber atravesado las cuatro etapas del duelo para, finalmente, asentarse en la de la aceptación de la pérdida, es decir la resignación. Otros que tanto el macrifascismo como el kirchnerismo fracasaron a la hora de generar expectativas de que la situación puede mejorar, como supieron hacerlo en sus respectivas génesis. Pero todos coinciden en lo mismo: hay un humor social atravesado por la idea de que el futuro solo será peor y que la política, en el mientras tanto, juega un partido distinto al del resto de la población.
"Hoy vemos una población enojada, decepcionada con la dirigencia política y el gobierno, preocupada por la inflación y que demanda certezas. Cuando Macri asumió los dos primeros años estuvieron basados en la expectativa de mejora, en 2017 volvió a ganar no porque la gente sintiera que viviera mejor sino porque tenía expectativas de que pudiera hacerlo. Cuando ganó Alberto pasó lo mismo. Pero ahora no hay expectativa de futuro, no hay expectativa de que nadie pueda cambiar la situación", resume Hugo Haime, analista político y director de Hugo Haime & Asociados, el contexto general de malestar que predomina en la sociedad y que se caracteriza, coinciden las y los analistas por la falta de certidumbre respecto al futuro.
Las cuatro etapas del duelo
En un estudio cualitativo realizado en la provincia de Buenos Aires, la consultora PollData jugó con la idea de las "cuatro etapas del duelo" para dar cuenta del humor social frente a la acumulación de pérdida de poder adquisitivo y bienestar económico durante los últimos años. "Tenemos la negación, el enojo, después la negociación, en la cual buscás una solución alternativa pero no la encontrás, seguís con la depresión y, por último, con la aceptación o la resignación. Durante el gobierno de Mauricio Macri había mucha angustia, con la promesa del segundo semestre que nunca llegaba, también durante los últimos años de Cristina y los primeros de Alberto, con la pandemia. Pero hoy, más que angustia, hay apatía, resignación", explica Celia Kleiman, socióloga y directora de PollData.
"Esto ya lo vivimos, forma parte de la Argentina" es una de las frases que más escuchó Kleiman como resultado de varios focus group realizados a bonaerenses en el último mes (en donde se incluía a mujeres y varones de entre 18 y 55 años de diferentes afiliaciones políticas). El sentimiento que predominaba era la tristeza, mezclado con la falta de esperanza de que la situación fuera a cambiar en el futuro. "El discurso que se repite es 'fracasó Macri, fracasó Alberto y no hay ninguna alternativa a la que ponerle el voto'. Y ahí es cuando empiezan a hablar de votar 'al menos peor'", precisa Kleiman, dando a entender que la apatía es un fenómeno que afecta a todos los partidos políticos, no solo el Frente de Todos.
El descreimiento de la política
"El problema es que las dos grandes coaliciones no terminan de generar entusiasmo o representar un proyecto que prometa salir de la situación de crisis actual. Las preferencias se ordenan más por el rechazo que por la adhesión", comenta Marcos Doudtchitzky, analista de la consultora Trespuntozero. Uno de los temas más recurrentes que surgió de los focus group realizados en el último mes, además de la inflación y la inseguridad, estuvo directamente vinculado al distanciamiento con la clase política. "Lo ven como un show en el que no están invitados a participar. No sienten que la política esté tratando los problemas de la gente", sostiene Doudtchitzky, a la vez que aclara que incluso cuando se anuncian medidas, como el control de precios, "no creen que vayan a tener impacto porque no creen que vayan a terminar aplicándose". "No hay verosimilitud de que la política está intentando resolver los problemas", insiste.
"No saben lo que es una SUBE", "Ocupan un lugar de privilegio y lo usan para su propio beneficio", "Se burlan de nosotros", "No tienen contacto con la realidad": estas frases, escuchadas durante los focus group de PollData, dan cuenta del distanciamiento de la política percibido por la población. Así como también explican por qué todas las figuras centrales de la política -pasando por Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández, hasta Miauricio Macri y Horacio Rodríguez Larrata- tienen una mayor imagen negativa que positiva. La única excepción, coinciden varios entrevistados, es el crecimiento de Patricia Bullrich Luro Pueyrredón (que también cuenta con mayor imagen negativa que positiva pero que ha dado vuelta el resultado de la competencia con Larreta y hoy se posiciona como ganadora de una posible interna).
Dureza o moderación
En este contexto de incertidumbre, se producen dos fenómenos. Por un lado, el crecimiento de figuras "anti sistema" como Javier Milei (ahora incluso por fuera del ámbito metropolitano). Y por el otro, la demanda de una mayor firmeza que pueda traducirse en un liderazgo claro. "Frente a la incertidumbre la ciudadanía pide certidumbre, firmeza, por eso crecen los liderazgos fuertes. No estamos en tiempos de liderazgos suaves, en ninguna parte de la región", afirma Alfredo Serrano Mancilla, analista político y director de CELAG, quien insiste en que lo que pasa en Argentina es lo mismo que sucede en Italia con Giorga Meloni o en gran parte de América del Sur. "Cuando Macri sale con su libro 'Para qué' intenta que nadie dude de lo que va a hacer. La gente se escandaliza porque 'quiere volver a los '90 y privatizar todo' pero para él da igual: está hablándole a su electorado que lo que busca es certidumbre en el medio de la incertidumbre", detalla.
"Está redituando más la dureza que la moderación, en ambos espacios. Dentro del peronismo la figura de CFK sigue siendo la que más tracciona y, a modo de espejo, sucede algo similar en Juntos por el Cambio, donde Mauricio Macri y Patricia Bullrich están teniendo un mejor momento en la opinión pública frente a figuras más moderadas. Los centros tienden a enflaquecerse mientras los extremos se fortalecen", agrega Doudtchitzky.
El crecimiento de Milei -las encuestas le dan una intención de voto de 20 puntos- significa, mientras tanto, "un fenómeno profundo", para algunos, y un "fenómeno inestable", para otros. Pero todos coinciden que el origen es el mismo: el descontento e incertidumbre general que afecta, fundamentalmente, a los más jóvenes (quienes son, además, los que no vivieron la mística de la militancia kirchnerista del 2011). "Es un sector en el que Juntos por el Cambio no logró hacer pie tampoco y al que se le combina la imposibilidad de tener futuro, de un trabajo estable o de alquilar", detalla Doudtchitzky. "El kirchnerismo logró crear una expectativa de futuro que después se frustró. Antes la rebeldía se traducía ahí. Ahora está en otro lado", agrega Hugo Haime.
Esta adhesión a la figura de Milei no es "racional" necesariamente, sino que expresa la ausencia de otras alternativas. "Los más jóvenes te dicen que les 'cae bien' y cuando les preguntas por qué te responden 'por sus ideas económicas', pero después no saben cuáles son. Lo que les gusta es la rebeldía, la cosa disruptiva", sostiene Kleiman. Frente al desapego con las opciones tradicionales vigentes, un ultraliberal conservador que defendió la venta de órganos se presenta como una opción, sino viable, al menos alternativa frente a la incertidumbre. Una frase que recogió Hugo Haime en uno de sus focus group lo sintetiza: "Es un loquito pero a lo mejor un loquito tiene que agarrar las cosas para terminar con todo esto".
Fuente: nota de María Cafferata para Página/12
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