El problema llegó mientras hablaba con el presidente de España, Pedro Sánchez. En medio de la charla tuvo un vahído y se descompensó.
El presidente Alberto Fernández y su comitiva tuvieron una jornada agitada y con muchos contratiempos en la isla de Bali. Estaban planificadas unas seis actividades para el día, que se terminaron convirtiendo en una sola -la bilateral con el presidente de China, Xi Jinping- porque el mandatario se descompensó por la mañana, antes de dar su primer discurso, y tras un estudio médico le ordenaron hacer reposo.
Por la noche, luego de hablar con los periodistas que lo siguen por su gira y asegurarles que ya "está bien y trabajando bien", recibió un llamado muy especial: era la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, que se preocupó por el estado de salud del mandatario y quería saber si ya estaba mejor. Según trascendió, el presidente y la vicepresidenta no tenían cortado el diálogo aunque solo venían hablando a través Telegram y de forma esporádica. Ella, en tanto, este jueves se presentará en el Estadio Único de la Plata, cuando Fernández esté en el avión que lo llevará de regreso al país.
El día había comenzado caluroso y tranquilo en Bali. El presidente desayunó y, luego de repasar el discurso que daría en la primera sesión del G20, se dirigió al hotel The Apurva Kempinski, un resort que queda en la parte sur de la isla, denominada Nusa Dua, conocida por sus paradisíacas playas y la gran vegetación entre la que se mezclan figuras del hinduismo balinés, también llamado Agama Hindú Dharma. Allí se encontraba emplazado el centro de convenciones al que desde temprano comenzaron a llegar todos los presidentes invitados a la cumbre: el de Estados Unidos, Joe Biden; el de Canadá, Justin Trudeau; el primer Canciller alemán, Olaf Scholz, entre otros. Cada vez que una comitiva presidencial avanzaba con sus autos negros todo el tráfico de la isla se trababa y eso hacía que periodistas y funcionarios tengan que salir con mucho tiempo de sus hoteles para participar del evento.
El título de la primera sesión del G20 se denominaba Seguridad alimentaria y energética y Fernández iba a hablar en noveno puesto. El discurso tenía dos páginas, para que dure aproximadamente tres minutos, y lo había escrito en conjunto con el canciller, Santiago Cafiero. En el auto, Fernández viajó solo y en otra combi venían atrás el canciller; el ministro de Economía, Sergio Massa; el vicejefe de gabinete, Juan Manuel Olmos y el secretario general de la Presidencia, con otros funcionarios.
Cuando llegó al centro de conferencias, Fernández ingresó por la alfombra roja, saludó y hasta se sacó la foto de protocolo con el presidente de Indonesia, Joko Widodo. En el centro de prensa, cientos de periodistas de todo el mundo miraba la escena en grandes pantallas y esperaba los discursos. Una vez adentro, el argentino comenzó a hablar con otros líderes mundiales como con la titular del FMI, Kristalina Georgieva; con la presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen y con el canciller de México, Marcelo Ebrard. En la sala previa al ingreso a la sesión no había aire acondicionado y la humedad se sentía muy intensa. Fernández se empezó a sentir mal, pero decidió seguir conversando.
El problema llegó mientras hablaba con el presidente de España, Pedro Sánchez. En medio de la charla tuvo un vahído y se descompensó. Sánchez le preguntó si estaba bien porque pensó que se había dormido por un instante. Él le dijo que le parecía que le había bajado la presión, entonces vino un médico. Le tomó la presión y efectivamente estaba baja. En ese contexto, y por cuestiones de protocolo, lo llevaron en ambulancia al hospital de la ciudad.
El mandatario, mientras ocurría toda la escena, estaba solo con su traductor. Cafiero y Massa lo vieron al ingreso y ya notaron que estaba raro. Massa, por ejemplo, cuando lo saludó notó que tenía la cara y las manos frías y que tenía mucho sudor, pero no le dio importancia y junto a Cafiero ingresaron a la imponente sala Candi Ballroom, mientras charlaban. Luego de un rato, empezaron a notar que algo raro pasaba porque Fernández no ingresaba. Le preguntaron al fotógrafo presidencial y él tampoco tenía detalles, solo que estaba demorado.
En ese momento Cafiero miró su teléfono y en el WhatsAapp tenía mensajes que decían que Fernández había tenido un problema de salud. Lo miró a Massa y le dijo que lea el discurso. Massa lo empezó a leer, pero desde la organización del evento dijeron que correspondía que el discurso, si no estaba el Presidente, lo lea el Canciller. Para Cafiero no fue problema porque él lo había escrito con Fernández. Allí planteó la postura argentina. Se pronunció en contra de la guerra entre Rusia y Ucrania y habló de la potencialidad del país y de la región como productores de alimentos y energía.
En paralelo, una vez en el hospital general Sanglah, el presidente fue atendido. Hasta allí lo acompañaron funcionarios argentinos y el ministro de salud de Indonesia, Budi Gunadi Sadikin. Le hicieron una endoscopía para ver dónde estaba el sangrado, le sacaron sangre y le pusieron suero. No estuvo internado, pero prefirió quedarse esperando ahí los resultados. Según analiza el propio Alberto, el problema se desencadenó porque tiene una úlcera de duodeno que no fue tratada y que es provocada por estrés. A eso se sumó el calor y la humedad y las pocas horas de sueño. "Me piden que baje. Todo esto tiene que ver con contenido nervioso", dicen que Fernández le comentó a sus más cercanos sobre el diagnóstico más informal de los médicos.
Vitobello, antes de que Presidencia emita el primer comunicado a las 12 del mediodía, llamó a la primera dama, Fabiola Yáñez que ya se encontraba en Roma participando de una actividad con niños a la que fue invitada por el Papa. El presidente y ella conversaron un rato y le dijo que le parecía bien informar rápido la situación. En el primer parte la Unidad Médica Presidencial se habló de un cuadro de hipotensión y mareos, pero ya en el segundo, que se emitió cuatro horas después, el diagnóstico fue más certero: "gastritis erosiva con signos de sangrado". El médico presidencial le pidió al Jefe de Estado que "reduzca un poco la actividad", y por eso decidió que el resto de las actividades del día --un almuerzo con los líderes del G20, la sesión de salud y la cena con los demás presidentes-- las realice Cafiero. Él solo quiso hacer una: la bilateral con Xi Jinping.
Directo del hospital, Fernández se fue en auto hasta el hotel Muliá, donde se hospeda el presidente chino. Allí ingresó 17.25 y se sacó una foto protocolar. Estuvieron juntos 20 minutos y después de eso Fernández fue a su hotel para hablar con la prensa, dejar un mensaje tranquilizador y se acostó a dormir. Para el martes solo persiste de la agenda original la bilateral con la titular del FMI y una actividad con Pedro Sánchez en la que homenajearán al ex presidente Juan Domingo Perón, en un nuevo aniversario del día de la militancia, que esta vez encontrará al presidente muy lejos del suelo argentino.
Por Melisa Molina para Página/12
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