Pagarán un 30 por ciento de recargo sobre el oficial. Se suma a los dólares tecno, soja, Qatar y abre la puerta a divisas más caras para preservar las reservas.
El Gobierno y los productores de espectáculos que traen artistas extranjeros llegaron a un acuerdo para que esta semana empiece a regir un tipo de cambio alternativo, más caro, para que se puedan garantizar las divisas necesarias para pagarles a las figuras que vienen al país a dar espectáculos en vivo. Popularizado con el mote de dólar “Coldplay”, por la banda que hará en el país diez presentaciones, tendrá un recargo de 30 por ciento sobre el valor del dólar oficial, hoy cerca de los 150 pesos.
Este tipo de cambio especial se suma a otros similares, como el dólar soja, el dólar tecno y el dólar Qatar -que se trabaja para encarecer el costo de paquetes turísticos- y le abre la puerta a un desdoblamiento formal del dólar que el Gobierno analiza para cuidar las reservas: sintéticamente, mantener el dólar oficial para importaciones esenciales y lograr un intermedio entre el oficial, los financieros y el blue, para todos aquellos pedidos de dólares no esenciales al BCRA. De esa manera, el Gobierno no sufriría una sangría tan importante al tipo de cambio oficial, que mantiene una brecha cercana al 100 por ciento con el resto de las cotizaciones.
Este dólar Coldplay tiene algunas particularidades. El consenso se hizo entre el ministerio de Economía y la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales y Musicales (AADET), que la preside el histórico empresario teatral Carlos Rottemberg y que también nuclea a las empresas que traen shows en vivo desde el extranjero. Y este dólar más caro no sólo importa por el precio, sino por la necesidad que tienen las empresas de tener los dólares para pagarles a los artistas. Un ejemplo: en este contexto de reservas alicaídas, las firmas tenían que ir, en general, al mercado blue para conseguir lo que no obtenían por los canales del Banco Central (BCRA). Es decir, pagaban un costo bastante más alto comprando un dólar que orilla los 300 pesos. “Hoy, con este dólar a cerca de 200 pesos, hay una señal cierta de que el precio es ese, evoluciona con el dólar oficial y, sobre todo, estamos seguros de que vamos a poder tener los dólares para cumplir con los contratos”, explicó un importante empresario que organiza cadenas de shows extranjeros en el país.
Este último punto es importante, sobre todo porque el volumen de dólares que salen de las arcas del BCRA para este tipo de shows es exiguo. En un año, entre todos los shows, suman 50 millones de dólares en la parte extranjera. Una comparación sencilla: el Gobierno perdió en agosto 800 millones de dólares en gastos turísticos, la cifra más alta desde 2017. Y esperan que, en noviembre, mes del Mundial de Fútbol, se vayan unos 2500 millones mensuales. Por eso se piensa en el dólar Qatar. Ahora, bien, para el sector del espectáculo, tener las divisas formales también es clave porque, para aprobar el dólar Coldplay, el propio Sergio Massa vio los listados de empresas a las que hay que transferirles las divisas en el exterior. Es decir que, aun yendo al dólar Blue, además de ser más caro, era un problema técnico para la transacción. Según fuentes del gobierno y el sector privado, la idea es que la normativa de este tipo de cambio se formalice esta semana vía la publicación en el Boletín Oficial.
Por otra parte, se sigue dándole puntadas final al dólar Qatar, que será un dólar más caro para gastos turísticos, sin retroactividad. La idea aquí es que coincida con el valor de los dólares financieros, sobre todo el MEP, que hoy cotiza por encima de los 280 pesos. Ahí sí hay un encarecimiento mayor porque la cuenta turismo es dolorosa para el bolsillo del Central. En paralelo, hay una discusión en el Gobierno de si es conveniente ir a un proceso de desdoblamiento, que ponga un dólar general a un precio más caro para actividades de comercio exterior que no sean esenciales, y mantener el tipo de cambio oficial del Banco Nación para todo lo que sea importaciones de bienes y partes esenciales para que la economía no caiga.
Por Leandro Renou para Página/12
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