Durante la gira, el pontífice recorrerá 19.246 kilómetros para visitar Edmonton, Quebec e Iqaluit para mantener encuentros con las poblaciones nativas First Nations, Inuit y Métis en una visita que el propio pontífice calificó como un "peregrinaje de penitencia".
El papa Francisco llegó ayer a Canadá para iniciar una visita de seis días que estará marcada por el pedido de perdón a los pueblos indígenas por los abusos cometidos en internados manejados por la Iglesia entre fines del siglo XIX y la década de 1990.
El pontífice aterrizó a las 11.08 (14.08 en la Argentina) en el aeropuerto internacional de Edmonton, en el Oeste del país, a bordo del avión papal tras 10 horas de viaje desde Roma y fue recibido por el premier Justin Trudeau y representantes de los pueblos indígenas.
Al llegar, un grupo musical del pueblo Alexis Nation ofreció en uno de los hangares del aeropuerto una canción al Papa y Trudeau, que luego mantuvieron un breve encuentro privado en uno de los salones VIP.
Desde la gira que se extenderá hasta el viernes, el Papa mantendrá encuentros con representantes de los pueblos Métis, First Nations e Inuit, que sufrieron todo tipo de abusos en las escuelas residenciales financiadas por el Estado canadiense y gestionadas en algunos casos por instituciones de la Iglesia católica y de otros grupos cristianos.
Francisco, de 85 años y aún en recuperación por los dolores en su rodilla derecha que lo obligarán a hacer algunos desplazamientos en silla de ruedas, recorrerá casi 20.000 kilómetros y también visitará Québec e Iqaluit. Durante el vuelo, el Papa recorrió a pie, ayudado por un bastón, el pasillo del avión para saludar uno por uno a los 78 periodistas que lo acompañaron.
La llegada del Papa al país norteamericano para pedir perdón a las familias de las víctimas y a sobrevivientes, que tiene por lema "Caminando juntos", había sido uno de los 94 pedidos explícitos que reclamó en 2015 la Comisión para la Verdad y la Reconciliación (TRC, por sus siglas en Inglés) que, con participación de representantes indígenas, instituyó el Gobierno canadiense para documentar la historia de sufrimientos en los internados.
Desde 1863 y hasta el cierre de la última escuela residencial en 1996, unos 150.000 nativos menores de edad fueron separados de su familia en un plan sistemático de asimilación forzosa para occidentalizar sus costumbres.
Por Hernán Reyes Alcaide para Télam
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