Una testigo que formaba parte de la Gendarmería cuando murió Santiago Maldonado aportó un nuevo testimonio sobre lo ocurrido basado en lo que escuchó y vio durante esos días. Está incorporado a la causa y compromete a esa fuerza. La familia de Maldonado exige que sea investigado.
El fiscal federal de Esquel, Federico Baquioni Zingaretti, solicitó al juez del mismo fuero, Gustavo Lleral, que reserve la declaración de una testigo que aportó su testimonio en su fiscalía, hasta que la Corte Suprema resuelva el recurso planteado por la familia de Santiago Maldonado en la causa por su desaparición y muerte. Se trata de una profesional civil de Gendarmería que declaró que en su consultorio varios gendarmes comentaron el operativo del 1 de agosto de 2017 en la Pu Lof de Cushamen, y dijeron que "había un detenido, se referían a él como el 'hippie', lo habían detenido en la zona del campo de (Luciano) Benetton", según el dictamen.
De acuerdo al relato, la testigo afirmó que al día siguiente el comandante Juan Pablo Escola, jefe del escuadrón 36 de Esquel, Chubut, le pidió que escondiera una caja donde había un arma, celulares y un trapo sucio. Para las fuentes judiciales que hablaron con este diario el testimonio resulta verosímil. Para la familia del joven Maldonado esta declaración "conecta todas las piezas".
A pesar del valor probatorio del testimonio, éste quedará "reservado" hasta que el máximo tribunal se expida sobre la recusación de Lleral -quien ya se pronunció por el cierre del caso- para que un juez investigue todas las hipótesis, incluida la desaparición forzada. Es decir que no habría en lo inmediato movimientos en el vapuleado expediente del caso que conmovió a casi toda la sociedad.
Hace un mes, en la fiscalía de Baquioni en Esquel, la mujer -cuya identidad figura en el expediente pero que las fuentes judiciales solicitaron preservar- explicó que pertenece al Escuadrón 36 de esa localidad, forma parte de Sanidad y actualmente se encuentra en disponibilidad. La testigo dijo que el 2 de agosto de 2017 "asistieron a su consultorio F.D y E.J. y manifestaron que en la estancia Leleque, propiedad del magnate italiano, había una unidad, una sección Gendarmería. Lo que referenciaban era que había detenido, una persona y la habían llevado ahí porque había mucho alboroto, situaciones de violencia".
La "gauchada" del comandante Escola
En el transcurso de esa semana se presentó en su consultorio el segundo comandante Juan Pablo Escola, quien requería habitualmente de sus servicios. "Llegó con teléfonos en la mano, le dijo que lo atendiera rápido. Él recibía llamados donde lo felicitaban por el accionar que había llevado a cabo. En ese momento golpeó la puerta el Comandante Pablo Badié, quien le transmitió a Escola que salga de fisioterapia porque tenía un llamado especial del Director Nacional de Gendarmería. Escola a modo de broma le dijo que le interesaban más los llamados del Ministerio de Seguridad. A Badié no le gustó mucho y le dijo que se vistiera que la llamada estaba en espera", dijo la testigo.
Días después, el comandante Escola le pidió "una gauchada": que guardara una caja y le advirtió que se realizaría un allanamiento en la base. Ella expresó que no entendía qué estaba sucediendo, pero cuando quiso saber el superior le dijo que "se callara la boca, que ella sabía lo que tenía que hacer, que era una orden y que no preguntara más nada". Ella dejó la caja arriba de la mesa y fue a trabajar. El día 10 a la mañana comenzó el allanamiento en el escuadrón (N.d.R: en el marco de las primeras medidas para dar con Santiago Maldonado). Un agente de la Policía Federal les dijo a todos los que estaban en la base que no se podían retirar, que siguieran trabajando con normalidad. La testigo no estuvo todo el tiempo en que se realizó el operativo porque tuvo que retirarse y el consultorio quedó a cargo de una enfermera.
Según el relato de la mujer, al día siguiente se presentó nuevamente a trabajar y vio que en algunos sectores continuaba el allanamiento. Dijo que los efectivos de la Federal no habían entrado a la zona de odontología ni de fisioterapia, solo se habían abocado a la zona de los médicos. La enfermera le aseguró que éstos no habían visto la caja, pero le confesó que ella vio en su interior y que contenía una pistola, celulares y un par de trapos sucios. Ese mismo día se hizo presente la esposa de Escola y le pidió la caja. Luego dijo que el propio Escola la regañaría. "La increpó diciéndole que era poco inteligente, que cómo se le había ocurrido traer la caja al Escuadrón habiendo un allanamiento, que le había dicho que a esa caja había que guardarla bajo siete llaves", relató.
Los relatos de los gendarmes
Al momento de las preguntas, la testigo describió la caja como del tamaño de una de zapatos. La mujer relató también que pocos días después del allanamiento llegó al consultorio un sargento: "Estaba mal, le transpiraban las manos y le temblaba la voz. Le comentó que se sentía mal, que vio cosas que nunca antes había visto, que tenía miedo y que no sabía con quién hablar. Y le dijo que había material que no se llevaron, que no sabía qué hacer con ese material". Las personas que pasaron en esos días por su consultorio no iban a atenderse sino a hablar, "a contar situaciones muy puntuales".
Uno de ellos fue B.F. que integraba el área de inteligencia y le manifestó que acababa de ordenar los paquetes que Escola le había dado, que eran todo tipo de pruebas. También le dijo que él tenía un sótano en la casa y que guardaba recuerditos de todos los jefes que habían pasado por el Escuadrón 36 de Esquel.
En otro tramo de la declaración testimonial, la testigo dijo que el marido de la enfermera era también gendarme, trabaja en comunicaciones y que le había comentado que "había recibido un radio encriptado que decía qué hacer con el cuerpo".
Es más, la testigo sostiene que la enfermera le aseguró que escuchó a Badié decir, en una reunión de jefes, que “este tipo (haciendo referencia Escola) lo mató, tenemos toda la prensa afuera, está todo un movimiento y yo me tengo que fumar esta situación”.
En otro tramo de su testimonio la testigo citó a otro de sus pacientes, al que identificó como G.M., que le contó que "en su sección se sabía quién le quitó la vida a Santiago Maldonado", dijo y señaló a un tal "Ahumadita" que no identificó pero que afirmó que "se había mandado la cagada del siglo. Al parecer “Chuqui” (apodo con el que identificaba a Juan Pablo Escola) había dado la orden, y Ahumada la había ejecutado". En el testimonio se afirma que G.M. también decía que había un puesto de Gendarmería Nacional en la estancia Benetton y que a Santiago lo tenían ahí.
En su relato ante el fiscal Baquioni Zingaretti, la testigo señaló que "cuando uno hilvanaba los testimonios daban a entender que habían detenido a una persona, que la tenían en la estancia de Benetton, y que se lo tenía detenido para sacarle información sobre sus compañeros. Todos daban a entender que lo tenían detenido, que lo presionaban para sacarle información, que se les había ido la mano, que estaba Escola y que el que ejerce el disparo era Ahumada por orden de Escola". Al preguntarle si conocía en qué tiempo había ocurrido eso, dijo que "todo era separado, los primeros días le dijeron fue detenido, pasaron otros días e iban con el comentario de que había un muerto, fue cronológicamente hasta octubre, dejó de ser una persona detenida para ser fallecida".
Y no era el único. Según la testigo, un gendarme del área de inteligencia le había dicho que había un cuerpo y que se había remplazado por otro cuerpo. Para el mes de octubre de 2017 estaba todo sabido.
La mujer también dijo ante el fiscal que se enteró que la habían comenzado a nombrar como la “zurdita” y que le advirtieron "que era una testigo clave porque estaba sabiendo mucho, que le tenían que cerrar la boca, y que se cuidara". A mediados de octubre de 2017 y tras detectar seguimientos, se mudó de provincia y fue pasada a disponibilidad. Cuando decidió salir de Esquel, tomó la decisión de hacer la denuncia ante el Ministerio de Justicia, en ese entonces a cargo de Germán Garavano. Allí acudió como víctima de violencia institucional pero no la quisieron escuchar. Ante el peligro que implicaba el seguimiento de personal de Inteligencia de Gendarmería sobre la testigo, el fiscal dispuso que eso sea investigado y a la par gestionó que sea protegida por algún programa del Estado.
"Conecta todas las piezas"
Fuentes judiciales del caso explicaron que las condiciones en que surgió esta nueva testigo no responden a ninguna interna política sino a los tiempos de esa persona y a la seguridad de que tendrá protección por las consecuencias que pudieran producirse dado que está involucrando a una fuerza de seguridad del Estado.
También la calificaron como verosímil dado que proviene del interior de esa fuerza y relata lo que vivió, vio y escuchó. Además, sus dichos encajan en el rompecabezas de declaraciones de los testigos mapuches, los primeros en señalar la responsabilidad de los gendarmes en la desaparición y muerte de Maldonado, y también coinciden con lo expresado en aquel momento por los periodistas Ricardo Bustos y Jorge Asís. Incluso, la existencia de una base informal de Gendarmería dentro del casco de la estancia de Benetton, en un artículo en Tiempo Argentino del 27 de agosto de 2017.
"El juez Lleral ya dijo que Gendarmería no tuvo nada que ver y cuando cerró la causa dijo que Santiago ingresó por propia voluntad a las heladas aguas del río Chubut y la muerte lo estaba esperando; romantizó una desaparición y un asesinato. Ahora aparece una persona que indica lo contrario, aporta datos específicos, nombres, apellidos, horarios", destacó Sergio Maldonado. "Hay operetas todo el tiempo, nunca dejo de escuchar todo. Pero esto trae tranquilidad y cuadra en todo el contexto, por eso es importante no separar las causas ni abrir por separado nuevas, debería unificarse en lo sucedido en agosto de 2017. Esta persona conecta todas las piezas", apuntó.
Por Adriana Meyer para Página/12
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