Hace quince días se venía evaluando no pagar el vencimiento de 730 millones, por el nivel de reservas y la pulseada por el déficit. El presidente, Estados Unidos y el gasto. El detrás de escena de las últimas semanas de Argentina y el Fondo Monetario Internacional.
El jueves, cerca de la una de la madrugada, se cerraron las computadoras del ministro de Economía, Martín Guzmán, y sus negociadores, con el acuerdo de la deuda con el Fondo Monetario (FMI) formalmente cerrado. La postal que el funcionario subió a su cuenta de Instagram, en la que se lo ve con el negociador argentino ante el organismo, Sergio Chodos, coincidió con las pinceladas finales de un pacto que no tuvo una medianoche intensa, sino más bien tres semanas más que calientes en la disputa entre Argentina y el Fondo.
En esos días, siempre estuvo latente la posibilidad de no pagar el vencimiento de 730 millones de dólares de este viernes, dado que la entidad no cedía en el pedido de ajuste del déficit. Ese "fueron negociaciones durísimas" expresado por Guzmán es una foto de un proceso arduo que exploró, en tándem, la vía política y la de los números.
En los tramos finales, contaron fuentes de la negociación, el presidente Alberto Fernández se mantuvo en contacto permanente con Guzmán, vía telefónica. Hubo incluso, en los días previos, charlas del presidente y también el ministro con la titular del FMI, Kristalina Georgieva. El jueves a la noche, Fernández estuvo reunido con el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y se sumó Guzmán por teléfono, para evaluar los avances. "Hay que garantizar el incremento de gasto real" fue la premisa que siempre manejó el Gobierno y es, lo que en las últimas tres semanas, trabó el acuerdo.
El FMI quería no sólo una mayor contracción del gasto, sino además que el sendero fuera variable, es decir, que la curva no sea una línea del gasto en ascenso, sino que existiera la posibilidad que esa tendencia se quebrara. "Llegábamos a una señal o se complicaba mucho la negociación", consideró una fuente oficial que siguió el tema. La condición que puso Argentina fue que pagaría sólo si el sendero era consistente y posible en su cumplimiento. Es que el Banco Central (BCRA) debía debitar de sus arcas más de 1000 millones de dólares (si se suma el vencimiento del 1º de febrero) sobre un total de reservas líquidas de algo más de 2000 millones. Es decir, sin señales de acuerdo, era difícil pagar. Hasta último momento del jueves, de hecho, se esperaba que la política subiera o bajara el pulgar a esa posibilidad. Pero llegó finalmente el acuerdo y se pagó.
"Nunca estuvo en la cabeza el default", sintetizan desde el Gobierno y aseguran que ese factor siempre estuvo contemplado entre las tres patas fuertes de la alianza, el presidente, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y Massa. Naturalmente, todos tienen diferencias sobre el manejo de la economía y respecto a lo que es o no un ajuste, pero ninguno manifestó incumplir con la deuda en las horas decisivas.
Chodos, que todos suponían estaba en Estados Unidos negociando, llegó al país el miércoles con una carpeta y el reporte de los avances y problemas que debatió con los técnicos de Georgieva en Washington. Unos días antes, estuvo en una reunión allí con el canciller Santiago Cafiero, tras el encuentro del diplomático con Antony Blinken, secretario de Estado del gobierno de Joe Biden. Esas reuniones con funcionarios estadounidenses fueron una de las claves del destrabe de las negociaciones. "No nos ahorramos ni una munición", aseguran fuentes de Presidencia para describir el scrum para llegar a un acuerdo.
En las horas finales, fue casi un diálogo bilateral de Guzmán y Julie Kozak, la estadounidense jefa de la misión del FMI y el cuadro con el que el Gobierno construyó una mejor relación de entendimiento en el trabajo diario. Con ella se cerró el sendero fiscal. "Estamos satisfechos, hemos pasado la peor parte", se escuchó el jueves a última hora en los pasillos de Hacienda. Uno de los más memoriosos laderos de Guzmán recordó además que "es la primera vez que el FMI no obliga a un país a reformas estructurales para las grandes mayorías". Y le comentó a un colega que trabajaba en el texto final que "Macri hizo una reforma jubilatoria sin el FMI y nosotros estamos recomponiendo eso con el Fondo en el medio y pagando la deuda".
Más allá de esto, se coordinó a nivel discursivo centrar las declaraciones en lo que viene, más que en pegarle con saña al macrifascismo. "Lo vamos a recordar y marcar, pero nadie negocia para atrás", sintetizaron y concluyeron que "lo relevante es que se va a poder seguir gastando en terminos reales incrementalmente". También fue parte de las charlas la cuestión de las revisiones trimestrales. El Gobierno marcó que "no nos gustan", pero la idea de rebotar un acuerdo por esa cuestión era imposible de tomar en esta instancia. Además, en el entorno de Guzmán explican que "una cosa es una misión para lo que no podes cumplir, como ocurrió en el pasado, y otra para lo que sabemos que podemos hacer".
Fuente: nota de Leandro Renou para Página/12
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